LO «WOKE» Y LA CULTURA DE LA CANCELACIÓN, UNA AGRESIÓN A LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA

Escrito por Jorge Sotomayor

09/09/2025

El 11 de junio de 2021, el Ministerio de Cultura colombiano retiró de la calle 26 de Bogotá 
las estatuas de Isabel la Católica y Cristóbal Colón, atacadas por grupos indigenistas.
Noticias Caracol (captura)



Todo lo que la sociedad cristiana supo construir en el curso de los siglos fue fruto de numerosas batallas, combatidas especialmente en nombre de la fe. Hoy tendremos que librar un nuevo tipo de batalla. Será esencialmente espiritual, contra una potencia intelectual que está devastando el mundo. Es la cultura woke. El término woke se ha convertido en una palabra que por sí sola representa toda la ideología del nuevo ateísmo. Esta palabra supone un mundo donde ya no hay Dios ni patria y ni siquiera civilización cristiana. Todos los hombres son ciudadanos del mundo.

Las armas que debemos desenfundar son: 

  • una fe auténtica, viril, estrechamente ligada a la tradición, y 
  • la consciencia de nuestros orígenes y de cuán inmenso es el tesoro que debemos custodiar.

La cultura woke se extiende y determina la deriva autoritaria occidental, que avanza a pasos agigantados. Más bien podemos decir que está sufriendo una especie de aceleración histórica.

Salman Rushdie, el novelista indio, claramente inclinado al progresismo, afirmó:

  • “La libertad de publicar, la libertad de leer, la libertad de escribir lo que se quiere, de poder elegir lo que se quiere leer y que no se haya decidido desde fuera, la libertad de publicar libros que deberían ser publicados y que a veces son difíciles de publicar por la presión de este o aquel grupo, nunca ha estado tan amenazada como hoy en Occidente” (La Verità, 28 de mayo de 2023).

Es enormemente significativo el hecho de que un intelectual progresista -y no es él solo- se dé cuenta de los desastres producidos por la cultura que él mismo alimentó durante años. Esta cultura de lo woke no tiene límites. Por consiguiente, o se la rechaza por completo o está destinada a arrasarlo todo, devorando incluso a quienes hasta el día anterior ensalzaba.

Silvana de Mari ha escrito una página magnífica -para aprender de memoria- sobre la cultura woke:

  • “El desprecio por la realidad de un pueblo y de su historia se llama etnocidio y es puro racismo, pero ahora se envuelve en victimismo y se llama cultura woke, que quiere decir ‘despierta’, ‘alerta’. También el iluminismo fue cultura woke, creó calumnias ridículas contra el crisitianismo: el ius primae noctis (derecho de pernada), el cinturón de castidad y otras estupideces. El marxismo, el comunismo, el nazismo, el 68, lo políticamente correcto son todos ellos cultura wokeodio al cristianismo que se manifiesta en la criminalización de la civilización cristiana y en la absolución de todas las demás. Si la penúltima etapa de la subcultura woke fue lo políticamente correcto, el último estadio es la obligatoriedad de la mentira” (La Verità, 13 de febrero de 2023).

Una vieja arma para corromper la sociedad fue la representada por la utilización del diccionario de la lengua. Lo sostuvo Jean- François de la Harpe examinando el uso del lenguaje revisado por la Revolución Francesa y lo confirmó a finales del siglo XVIII el jesuita Lorenzo Ignacio Thjulen, que publicó el Nuevo vocabulario filosófico-democrático para sostener que “muchos pueblos, engañados por términos falsos y mal comprendidos, han corrido detrás de todo aquello que en realidad detestaban, y encontraron esclavitud, opresión, angustias y miserias donde creían encontran el puerto de la libertad, el orden y la felicidad”. 

También lo comprendió, en tiempos más cercanos a nosotros, George Orwell. Para el intelectual inglés, el primer gran campo de batalla es el uso de las palabras, lo cual determina una violencia hacia la lengua de los pueblos. Desde entonces, nada ha cambiado. Todo se repite en el curso de la actual revolución “líquida”.

George Orwell acuñó el neologismo “framing”, literalmente “enmarcar”. Es decir, la palabra enmarcada por su nuevo significado. En el libro 1984 se utiliza ampliamente. En el mundo imaginado por George Orwell, la formación de la neolengua descansa sobre dos pilares

  • El primero es la reducción de las palabras. Donde no hay palabra no hay pensamiento. Si hay pocas palabras, los pensamientos se hacen raquíticos. Por tanto, enseñar pocas palabras es un sistema para limitar la capacidad de pensamiento de las personas. 
  • El segundo pilar está representado por la impostación de nuevos significados y de palabras nuevas.

En el vocabulario woke se esconde la lengua del enemigo, que inconscientemente podemos hacer nuestra.

Él odia la civilización cristiana e intenta imponer sus sedicentes valores mediante la manipulación de las palabras, con fin de empujar a todos los que pertenecen a una civilización a odiarla. Del negacionismo al sexismo, el vocabulario es un arma para corromper la sociedad.

El desastre ideológico de nuestra época está representado por la invasión de la neolengua, en la cual encontramos amplio espacio para los términos género, inclusivo/divisivo, islamofobia, negacionismo, homofobia, racismo, resiliencia, sexismo, sostenibilidad, xenofobia…

Este nuevo decálogo mina los fundamentos de nuestra civilización cristiana. De hecho, si la penúltima etapa de la pseudocultura woke fue lo políticamente correcto, el último estadio es la obligación de mentir ante el terror de ofender a alguien de los pertenecientes a las ruidosas minorías protegidas por la élite en el poder.

Escribe muy oportunamente Silvana de Mari:

  • “Se ha llegado a la propuesta de abolir las palabras Navidad y Pascua por no inclusivas, como fueron abolidas las palabras padre y madre, hombre y mujer” (La Verità, 12 de junio de 2023).

En paralelo al movimiento woke se ha difundido otro concepto muy importante, a saber, la cancel culture (la cultura de la cancelación o del boicot), que implica tener que arrancar o acabar con estructuras significativas de alto valor simbólico (monumentos, placas conmemorativas, nombres de calles, etc.) dedicadas a personajes históricos a quienes se considera culpables de haber sostenido en el pasado valores contrarios a los derechos de las minorías, a la paridad de géneros o a la igualdad. 

La cancel culture ha ido de la mano del movimiento woke porque sus partidarios, en particular los más convencidos, han decidido boicotear a personas y personajes famosos culpables de haber cometido hechos considerados por ellos muy graves y ofensivos.

¿Qué hacer ante todo esto? 

  • Ante todo, liberar la mente de los prejuicios que proceden del tiempo presente.
  • Adherirse plenamente a los principios de la religión de nuestros padres, que encontraron en el cristianismo la vía maestra para no ser arrasados por la revolución, que por su naturaleza es demoniaca. 
  • En fin, no olvidemos el uso de la que San Pío de Pietrelcina llama “el Arma”: el Santo Rosario.



Fuente: RELIGIÓN EN LIBERTAD

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